Hermana, escribo estas líneas pues a veces las palabras no alcanzan para lo que quiero decir, a veces las palabras no expresan lo que unas letras pueden decirte, más si te las escribo con amor.
Desde que nací, has sido mi ejemplo a seguir, siempre te he visto como una mujer segura de sí misma, decidida a hacer todo lo que te propones sin pensar en lo que pueda pasar.
¡Cómo me gustaría ser más como tú! Sé que a veces discutimos, más de lo que podría gustarme, sin embargo, sabes que te quiero como nunca, que la vida sin ti no sería igual y que no podría tener una hermana mejor que tú.
Descubrí lo que era la amistad contigo, que fuiste mi primera amiga, mi primera cómplice en todas la aventuras que juntas hemos tenido y que atesoramos.
Fuiste esa mujer que tomó mi mano y me dijo: no tengas miedo, vamos juntas. Ese apoyo invaluable, ese hombro que me prestaste para llorar cuando lo necesité, no puedo ponerle valor a alguien que supera toda escala de medición.
Hermana, eres mi mayor regalo, mi mejor ejemplo a seguir, mi amiga favorita y la mujer que más admiro, una amiga que jamás podré reemplazar.
Contigo he descubierto el significado del amor de hermanas, ese que se ríe en silencio y con complicidad de las cosas de la vida, ese que no falla cuando una de las dos lo necesita, ese que siempre estará para mí, aunque no lo pida, aunque no lo necesite.
La vida nos ha unido, y nuestro lazo, supera cualquier alianza, porque somos hermanas, somos amigas, somos cómplices de esta amistad que implica estar juntas en las buenas y en las malas.
Hermana, quiero que sepas que te amo, que representas para mí el amor más puro, más sincero y que nunca se agotará.